Es raro que en la charla, clase, webinar o conferencia en la que participo e incluyo el concepto de sostenibilidad y el rol social de la empresa no aparezca algún escéptico que vincula la idea de sostenibilidad a simple “postureo”. De ahí mi interés en compartir en este post algunas ideas al respecto del concepto empresarial de la sostenibilidad y sus derivados.

La base de la cuestión reside, a mi juicio, en el profundo cambio que se está produciendo en la sociedad con el objetivo de demandar mayores niveles de responsabilidad a las empresas. Bajo este presupuesto la sostenibilidad es la palanca para fomentar que las empresas sin dejar de atender sus prioridades de actúen sin menoscabar su potencial de futuro y, además, que tomen conciencia de su impacto en el entorno y en los diferentes grupos de interés. En suma, hay una demanda por la aportación de impacto positivo del tejido empresarial.

El impacto social de las empresas se ha convertido en un valor en alza. Muchas decisiones de consumo de nuestros clientes o de inversión de particulares y/o instituciones van a estar marcadas por los objetivos sociales y medioambientales con que las empresas se presentan ante el mercado.

La respuesta de las compañías ante este movimiento tiene mucho que ver con su creciente interés por definir su propósito, su para qué, su manera de alinearse con la creciente sensibilidad por cuestiones sociales y medioambientales de la sociedad en general y de sus grupos de interés .

Se está definiendo un nuevo paradigma dado que amplios segmentos de consumidores están consumiendo no sólo para satisfacer las necesidades concretas que cubren productos y/o servicios, sino que quieren que su decisión de consumo sea relevante para mejorar el mundo.

Siguiendo con esta línea de pensamiento, el nuevo paradigma también explica un mayor espíritu colaborativo con el que están actuando las empresas del siglo XXI. Así se contempla, por citar un ejemplo particularmente significativo,  en el Pacto Mundial de la ONU por el Desarrollo Sostenible, que invoca la colaboración público-privada para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030. Los líderes de las empresas deben apostar decididamente por este estilo, impulsando iniciativas en sus propias organizaciones y participando en proyectos de cooperación con terceros. Esta nueva filosofía entronca también con los postulados del capitalismo consciente, un movimiento impulsado por Raj Sisodia y John Mackey, que apela a la creación de una comunidad de líderes conscientes comprometidos con emplear sus organizaciones para crear un mundo mejor

En este contexto la tendencia evidente pasa por el establecimiento de normas y recomendaciones en relación a las obligaciones de las empresas en materia de sostenibilidad y reporte de información no financiera (INF).  En los últimos tiempos la Unión Europea ha promulgado una directiva sobre INF, de igual manera que en países como España se han incluido en el Código de Buen Gobierno elaborado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores recomendaciones en materia de sostenibilidad y se ha impulsado una Ley de INF. También han surgido muchas voces en este sentido de instituciones empezando por la ONU estableciendo los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la agenda 2030 así como otras como somo el Foro de Davos, World Economic Forum, European Round Table, o BlackRock. En última instancia se está reclamando potenciar el rol social de la empresa de manera que la creación de valor no debe vincularse solo a la rentabilidad en el corto plazo para el accionista, sino que debe extenderse a todos los stakeholders . Por ejemplo, remunerar de manera justa a los empleados, proporcionarles la posibilidad para su formación y desarrollo, gestionar éticamente las relaciones con los proveedores y clientes o colaborar en la protección del medio ambiente.

En materia de buena gobernanza se está demandando a los Consejos de Administración que impulsen el cambio cultural que significa integrar el concepto de la sostenibilidad en la gestión de la empresa. Esto es, la sostenibilidad es una palanca transversal que debe impregnar el quehacer de toda la organización empresarial. Conseguir ese objetivo demanda el establecimiento de prioridades como son: identificar los grupos de interés, establecer métricas para una correcta gestión de la sostenibilidad, vincular la sostenibilidad a los modelos de remuneración,  asegurar la debida diversidad en los Consejos para asegurar que existen consejeros expertos en esta materia o incluso la creación de una Comisión de Sostenibilidad en el Consejo.

Estas tendencias que suelen surgir en el contexto de grandes corporaciones cotizadas acaban por extenderse a todo el tejido empresarial de modo que hoy muchas pymes familiares ya están trabajando, por ejemplo, en sus memorias de sostenibilidad. Pero lo más relevante es que este objetivo de la sostenibilidad está muy presente en amplias capas de nuestra sociedad y muy especialmente en las jóvenes generaciones que viene mucho más concienciadas al respecto. Honestamente pienso que las compañías que se alejen de estos planteamientos van a perder el favor de los consumidores. Visto así, la sostenibilidad cada vez más va a afectar a la cuenta de explotación y por tanto deberá constituir asunto de la máxima relevancia para consejeros, CEOs y alta dirección de las compañías.

En el entorno de las empresas familiares creo que la apuesta por la sostenibilidad debe ser claramente ganadora. Muchos negocios de familia, siquiera intuitivamente, llevan generaciones trabajando en clave de sostenibilidad, y con un propósito de largo plazo que se manifiesta tangible en su profundo compromiso con su gente y con su tierra.  Creo que el paso que falta es institucionalizar procesos y hacer un esfuerzo en comunicación para dar a conocer cómo su gobierno y gestión está perfectamente alineado con las demandas de un desarrollo sostenible e inclusivo.

Por otro lado, observo en mi trabajo del día a día con familias empresarias que este cambio de paradigma también puede generar algunas tensiones por el diferente prisma con el que se observa la sostenibilidad en las diferentes generaciones. Con ánimo constructivo, me parece que es una excelente oportunidad para que las generaciones continuadoras contribuyan a la necesaria evolución del gobierno y gestión de sus grupos empresariales incorporando estos principios de sostenibilidad. Será una excelente fórmula para robustecer el legado de la familia.

Conceptos que hemos manejado en este post como empresa con impacto, propósito , sostenibilidad o capitalismo consciente,  convergen en ese rol social que las organizaciones empresariales tienen hoy y que les entronca con otros actores de nuestra sociedad. Visto así podemos concluir que se puede hacer el bien y, como consecuencia, generar valor para los accionistas y para todos los grupos de interés.

Como algunas otras tendencias, la sostenibilidad ha venido para quedarse y la pandemia de la CoVid ha sido un evidente catalizador de este movimiento. Bien harían empresas, propietarios y ejecutivos en subirse a este tren.

 

Por Manuel Bermejo