Hoy en día hablar de “emprender” o “emprendimiento” se ha vuelto moneda corriente y puede que sea incluso una de las palabras más en boga en estos últimos años. Se dice incluso, que la economía del siglo XXI es una “economía del emprendimiento”.

¿Qué entendemos por emprendimiento? Emprender es tener la iniciativa de llevar a la práctica con éxito una idea de negocio. Se habla mucho en el ecosistema emprendedor de levantar fondos. Mi particular punto de vista es que el reto es más bien levantar clientes a través de una propuesta de valor atractiva . Levantando clientes, la tarea de levantar capital, talento, o socios se torna mucho más sencilla.

Por más que esté de moda, la actividad emprendedora siempre ha estado presente y más en la génesis de las empresas familiares.  Pensemos en casos como el de Bacardí. Facundo Bacardí Massó, emigrante español que embarco rumbo a Cuba, fundó la casa Bacardí en 1862 y que luego de más de 150 años continúa siendo un referente en la industria de los espirituosos como compañía de propiedad familiar.

Otro claro ejemplo, si viajamos al norte de España lo encontramos vestigios de aquellos aventureros de la época que posteriormente regresaron a casa. Las casas indianas que podemos ver en Asturias, Cantabria, e incluso ciertas zonas catalanas son prueba de ello. Esta riqueza que en muchos casos no se diluyo, fue la semilla que dio inició a muchos grupos familiares en el desarrollo industrial y prosperidad de dichas regiones.

Una empresa familiar que viene desde hace generaciones creciendo exponencialmente y adaptándose permanentemente a los cambios que exige el mundo económico, no se explica de otra forma sino es por el espíritu emprendedor y la transmisión de valores.

En este sentido, una tarea crítica en toda empresa familiar es conseguir con el espíritu emprendedor trascienda de la generación fundadora. Es bien simple, sin empresario no hay empresa.  Los futuros propietarios se han criado viendo cómo se montaba un negocio y el impacto de la compañía en la sociedad. La lucha por la continuidad de la empresa familiar ha sido históricamente más profunda, porque al final ésta tiene estampada, en su núcleo más profundo, los valores y la identidad familiar. Tal como acostumbro a señalar la mejor escuela para emprender es la Empresa Familiar. Por ejemplo, de acuerdo a datos ofrecidos en el proyecto STEP (Successful Transgenerational Entrepreneurship Practices – Prácticas de Emprendimiento Transgeneracional Exitosas) sabemos que por generación se crean hasta 5 nuevos negocios. En el seno de una empresa familiar se respira esta mentalidad emprendedora, pero no por ello debe darse por sentada. Es importante crear esta cultura y mantenerla viva para que se vuelva una impronta dentro del manejo corporativo, más aún en los tiempos en los que nos encontramos. Dicho en otras palabras, hay que institucionalizar también el proceso emprendedor. La mentalidad emprendedora es la clave del éxito en la continuidad de una empresa familiar en el Siglo 21. ¿Y porque esto? Porque es justamente la forma de dar respuesta a este mundo cambiante. La familia empresaria cuenta con una ventaja en este sentido, pues como venimos diciendo forma parte de su idiosincrasia. Esto es algo que se construye, que se trabaja y que se debe fomentar desde la alta dirección y desde el núcleo familiar. Crear esta cultura debe ser parte de la agenda estratégica tanto dentro de la Empresa Familiar, como de la Familia Empresaria.

Cuando hay pulso emprendedor, hay dinamismo y este es fundamental para adquirir versatilidad necesaria para enfrentarse a la volatilidad que condiciona el contexto

Nos vemos sumergidos en una “Sociedad de cambio” tal como la he llamado muchas veces, en un mundo que evoluciona y que no da tiempo a pensar si queremos adaptarnos o no, sino que nos lleva por delante. En este contexto, a golpe solo de inercia se va a surcar un viaje muy corto a las empresas familiares. De ahí la extraordinaria relevancia que tiene contar con liderazgo emprendedor en la cúpula de las organizaciones. Eso garantiza que se desarrolle una estrategia de emprendimiento corporativo para adaptar nuestro modelo de negocio a cada momento. Como dice un gran empresario familiar en conversaciones privadas , se trata de “estar contemporáneo en todo momento para tener éxito ayer, hoy y mañana”.

Adaptar el “core business” supone, desde mi perspectiva el primero de los objetivos del emprendimiento en la empresa familia,  pero hay otros dos propósitos muy relevantes.

Por un lado, también el emprendimiento corporativo ayuda a implantar estrategias de diversificación. La diversificación en mercados o productos está hoy muy presente en los debates estratégicos de muchas compañías de familia. Contribuyen muchos factores en la apuesta por la diversificación en las empresas familiares: una mejor gestión de riesgos en entornos de alta volatilidad como los que estamos viviendo en el presente siglo donde ya hemos sufrido tres crisis globales, la preocupación por los riegos políticos locales, la creación de nuevos proyectos que permitan a más miembros de la familia crear espacios para desarrollar su liderazgo, necesidad de crecimiento empresarial que compense el crecimiento de la familia…. Recuerdo a este respecto algo que me comentaba un destacado integrante de la tercera generación de una gran empresa, pero con un altísimo riesgo de clientes: “me gustaría entregar a la siguiente generación algo más parecido a una mesa con tres patas a la mesa con una sola pata que hoy tenemos. Nuestra mesa hoy se ve bonita pero puede llegar a pender de un hilo.”

Po otro, y ese es para mí el tercer gran objetivo del emprendimiento en la empresa familiar, está el desarrollo de fondos para emprendimiento de las generaciones continuadoras. Se da cada vez más el caso, sobre todo en empresas familiares con negocios grandes, consolidados y con amplias familias, de aprobar vía protocolo el bloqueo al acceso de familiares de la siguiente generación en posiciones ejecutivas. Ante esta tesitura, y como parte de políticas que permitan mantener motivada y enganchada a la generación joven, se decide crear mecanismos para apoyar iniciativas emprendedoras de los jóvenes. La cuestión tiene mucho sentido pues en las familias empresarias, y más hoy con el boom del emprendedurismo, son muchos quienes desean lanzar al mercado sur propios proyectos. Profesionalizar al máximo estos procesos dotándoles del mayor rigor será condición para que algo que se hace con buena voluntad redunde en beneficio del ecosistema familiar.

Para alcanzar los resultados apetecidos en cualquiera de los tres ámbitos planteados del emprendimiento en la empresa familiar resultará clave la colaboración multigeneracional. La complejidad que se origina por la convivencia de diferentes generaciones, con sus correspondientes diversas cosmovisiones, ha de aprovecharse en términos de oportunidad. Cuando se suman fuerzas y se mezcla sabiamente la experiencia con el espíritu innovador será más fácil emprender con éxito. En ese momento se produce la transformación que, en términos académicos, explicamos como la evolución de empresa familiar a familia empresaria.

En síntesis, las familias empresarias que se encuentran desarrollando su  tarea en este siglo, deben enfocarse en el emprendimiento como un modo de operar ágil, dinámico, adaptativo y recordando un punto central:  emprender con éxito supone captar y mantener clientes en un modelo que resulte rentable y sostenible.

 

Por Manuel Bermejo