Si no se gestiona bien el día a día(lo urgente), además de aquellos aspectos que permitan crear condiciones de sostenibilidad a largo plazo (lo importante), es imposible alcanzar la continuidad transgeneracional.

Evidentemente, el éxito empresarial depende de tener un gran producto, gran red de operaciones, el excelente cuidado a los clientes, y muchas más cuestiones que forman parte de las operaciones cotidianas de la actividad empresarial. Pero en el largo plazo, la visión de horizonte es especialmente importante para las empresas familiares, en su búsqueda de continuidad.

La herramienta para desarrollar esa tarea de compromiso con viabilidad a largo plazo tiene un nombre, órganos de gobierno. Para los negocios “Consejo de administración”, y para las familias “Consejo de familia”.

Respecto a la gobernanza de las familias empresarias, la misma debe tener una aproximación holística y desarrollarse con una perspectiva global. A su vez, nos encontramos en un contexto actual de globalización y digitalización que ha alterado todo. Vivimos en una sociedad de cambio en donde todo transcurre a una velocidad exponencial y constante por lo que las empresas familiares deben orientar su gobernanza atendiendo a este escenario y replantearse los paradigmas clásicos.

Estos cambios afectan al entorno competitivo y también a la realidad de las familias. Sube la esperanza de vida. Viajamos más, hablamos más idiomas, salimos a formarnos fuera de las fronteras. Las tasas de divorcio se elevan. Resulta fácil que las familias las acaben integrando miembros con cosmovisiones muy diferentes y el gran reto del gobierno familiar pasa a ser el mantener la cohesión.

La apuesta por la gobernanza de una familia es un síntoma de humildad, buena receta siempre para el éxito. Rodearse de expertos consejeros independientes, como se recomiendo en todos los códigos de buen gobierno, ayuda a introducir temas en la agenda y a provocar debates que pivoten alrededor de inteligentes preguntas. Se trata de dotarse de herramientas que complementen la innata habilidad para identificar nuevas oportunidades de negocio de muchas familias empresarias.

Un esquema de gobernanza holística de la familia empresaria para asegurar la coherencia contaría con tres niveles:

  • Nivel 1: Desde el gobierno de la familia, definir el propósito, la visión compartida a largo plazo
  • Nivel 2: Desde el gobierno de los negocios diseñar, controlar e impulsar diferentes planes que nos acerquen a la meta señalada por la familia a nivel empresarial.
  • Nivel 3: Desde los comités de dirección definir y ejecutar los presupuestos anuales que desglosan los planes estratégicos.

Entrando en los aspectos más prácticos, en la mayor parte de países, la tendencia en materia de normas de buena gobernanza es bastante global. Se pone énfasis en la necesidad de transparencia, en la presencia de consejeros independientes, en la creación de las figuras del presidente y secretario del consejo, en la diversidad de la composición del consejo… Sin embargo para asegurar la sostenibilidad en el largo plazo es necesario ir más allá:

  • Definir la agenda estratégica. Identificar los retos, de negocio y de familia que van a contribuir al objetivo de continuidad.
  • Definir los órganos de gobierno que se van a adoptar para abordar dichos retos.
  • Perseguir el funcionamiento eficiente de los órganos de gobierno para que cumplan su papel de impulsores de políticas que velan por la sostenibilidad en el largo plazo.
  • Desarrollar un espíritu de desafío constructivo a través de la diversidad en la composición.
  • Asegurar el correcto control de los despliegues estratégicos, verificar que se está ejecutando conforme a lo planificado.

Institucionalizarse supone un salto de calidad sin el cual difícilmente las empresas familiares van a trascender a sus fundadores. Supone un cambio de mentalidad para pensar a lo grande, en clave de legado y es esa continuidad, la que le da razón de ser a la empresa familiar.