15. Sin competitividad no hay futuro

La presión competitiva es hoy mayor que nunca sobre todo debido a la sociedad del cambio en la que vivimos. La globalización y la tecnología han hecho que los mercados sean abiertos y las empresas tengan que competir con otras en cualquier parte del mundo. Esto también ha hecho bajar los márgenes debido a la desintermediación o a nuevos modelos de negocio.

Para ser competitivos habrá que contar con una buena gobernanza corporativa que ayude e impulse las estrategias necesarias que los llevarán a ser competitivos como pueden ser el emprendimiento corporativo, la innovación o el crecimiento empresarial. Todas estas estrategias deben ser producto de la visión de la familia que a su vez debe trasladarse a los órganos de gobierno de sus empresas quienes serán responsables de implementarlas. Estamos en la era de la industria 4.0, del internet de las cosas, de la robotización, de las criptomonedas, por lo tanto, habrá que repensar las estrategias que hasta ahora servían para reemplazarlas por otras que nos hagan más competitivos en todos los sentidos.

Como parte de este proceso, habrá que tener en cuenta cuatro aspectos que serán fundamentales a la hora de mejorar la competitividad:

  1. El tamaño de la empresa: para poder ser competitivo es necesario crecer. A mayor tamaño de empresa, mayor posibilidad de atraer talento, de invertir en nuevos proyectos, de acceder a mercados financieros o de apostar por la innovación y el desarrollo incluso la posibilidad de internacionalizarse.
  1. La innovación: La innovación es una palanca competitiva sin duda. Muy unida al emprendimiento corporativo, pero no hay que pensar en ella únicamente en clave de producto. Hay que saber innovar también en procesos internos. Lo que sí queda claro es que la innovación va de la mano de la tecnología y será necesario invertir en procesos de digitalización que permitan ser más competitivos.
  1. La formación: Las empresas tienen mayor posibilidad de ser competitivas si sus gestores cuentan con la formación adecuada. Hay que ir evolucionando desde los modelos más autodidactas e intuitivos de los fundadores hacia familias empresarias bien formadas en gestión, tecnología, liderazgo etc. Para eso también recomendamos planes de formación para los integrantes de la familia que deseen acceder a puestos de gestión, así como escuelas de accionistas para los que en el futuro lo serán.
  1. Las personas: Aunque la tecnología hoy en día es muy importante, no hay que olvidar que son las personas las que la crean y la gestionan. Cuanto mayor talento tenga una compañía, mayor será su competitividad. En la evolución de las empresas, éstas se deberán ir profesionalizando y esto también implica pasar a formatos de control familiar, más que de gestión o trabajo familiar. Ahí entran en juego los directivos no familiares (DNF), personas de gran confianza y responsabilidad con la empresa familiar que pasarán a ocupar puestos de gestión importantes. Los DNF aportan un grado de institucionalización a la gestión empresarial y complementarán el espíritu empresarial de la familia empresaria.

Lograr esta competitividad que mencionamos puede tensionar mucho a las empresas familiares. En ocasiones requiere tomar decisiones que afectan a esa parte emocional de la familia como puede ser la fábrica donde empezó su abuelo, el modelo de negocio que forjó la empresa de hoy…y que en muchos casos deberá cambiar y evolucionar para ser competitivo. Son estos cambios los que pueden traer tensiones que habrá que abordar con visión compartida y gran cohesión familiar, entendiendo que sin competitividad no hay empresa, y sin empresa la esencia de la familia empresaria se quiebra.