5 requisitos y 5 recomendaciones

El relevo generacional en las empresas familiares es uno de los momentos más trascendentales para cualquier negocio familiar. Pasar el testigo de una generación a otra no solo es una cuestión de liderazgo, sino también de garantizar que los valores, la visión y el modelo de negocio que tanto han costado construir se mantengan y evolucionen. Sin embargo, hacer este traspaso de manera coherente y estructurada es un proceso complejo que debe ser gestionado con mucha anticipación. En este artículo, exploramos cómo las empresas familiares pueden organizar el legado de la primera a la segunda generación, estableciendo las bases de un relevo generacional exitoso.

¿Cuándo comenzar a planificar el relevo generacional?

La pregunta más frecuente en muchas familias empresarias es: ¿Cuándo debería empezar el proceso de sucesión?

La clave está en la anticipación. Idealmente, la planificación del relevo generacional debe comenzar cuando la primera generación se siente en una etapa de madurez en su carrera y desea asegurarse de que el legado de la empresa perdure en el tiempo. Esto no tiene una edad fija, pero se recomienda que los fundadores comiencen a pensar en el relevo entre los 50 y 60 años. Este es un periodo en el que aún tienen suficiente energía y claridad para participar activamente en el proceso, pero también pueden empezar a involucrar a los sucesores de manera gradual.

Cuanto antes se inicie la planificación, mejor. Las empresas familiares que dejan este proceso para el último minuto suelen enfrentar mayores desafíos, como la falta de tiempo para formar adecuadamente a la siguiente generación y resolver posibles conflictos familiares.

La importancia de la coherencia en el legado

Una transición exitosa no solo depende de la transferencia de poder, sino también de la coherencia en los valores, la cultura y la visión empresarial que los fundadores han cultivado durante años. El legado empresarial debe ser algo más que un conjunto de bienes o acciones; debe ser una filosofía y un propósito compartido entre generaciones.

Para garantizar que el legado se mantenga intacto, el fundador debe ser claro sobre lo que representa la empresa, no solo a nivel económico, sino también a nivel cultural y ético. Se debe definir cómo el propósito original de la empresa puede evolucionar sin perder la esencia que lo hizo exitoso en primer lugar. Esta reflexión debe ser un diálogo abierto entre generaciones, donde los fundadores no solo transfieren poder, sino también sabiduría.

¿Qué requisitos debe tener la segunda generación?

La experiencia y los conocimientos necesarios del relevo generacional son cruciales para la continuidad y el éxito de la empresa. No basta con que los herederos sean hijos o familiares cercanos; deben demostrar capacidades de liderazgo y una visión empresarial sólida.

Algunas características y habilidades esenciales que la segunda generación debe desarrollar incluyen:

  1. Visión estratégica: la capacidad de ver más allá de la operación diaria, con un enfoque en el crecimiento y la adaptación a los cambios del mercado.
  2. Formación profesional y experiencia: aunque el factor familiar es importante, el conocimiento técnico y la experiencia en el sector también lo es. Los sucesores deben formarse tanto interna como externamente. Esto puede implicar estudios superiores, programas de formación empresarial o experiencia previa fuera de la empresa familiar para ganar perspectiva.
  3. Habilidades de gestión y liderazgo: los sucesores deben ser capaces de gestionar equipos, manejar conflictos y tomar decisiones difíciles. La transición generacional no es solo un cambio de titularidad, sino una transición en el estilo de gestión.
  4. Adaptación a los nuevos tiempos: las empresas familiares deben adaptarse a los tiempos modernos, lo que implica una mentalidad abierta a la innovación y a los cambios tecnológicos. La próxima generación debe estar dispuesta a incorporar la digitalización, sostenibilidad y otros aspectos relevantes para el futuro.
  5. Capacidad para integrar nuevas ideas sin perder la identidad familiar: la clave del éxito es lograr que el sucesor mantenga la tradición familiar mientras introduce nuevas ideas. La segunda generación debe equilibrar lo nuevo y lo viejo de manera armónica.

Cuáles son nuestras recomendaciones, desde tfab.es, para una transición exitosa:

  1. Establecer un plan de sucesión formal: el proceso de sucesión debe ser considerado como un proceso estratégico a largo plazo, no algo improvisado o apresurado. Crear un plan estructurado ayuda a reducir los conflictos familiares y establecer expectativas claras para todos los involucrados.
  2. Formación y mentoring: los fundadores deben ser mentores activos para la siguiente generación. Esto implica no solo enseñarles las operaciones diarias, sino también compartir conocimientos clave sobre la visión de la empresa, la toma de decisiones y la gestión de la cultura empresarial.
  3. Implicación de los miembros clave: la segunda generación debe estar involucrada en el negocio desde una edad temprana, pero de una forma que les permita aprender y desarrollarse sin asumir de inmediato una gran carga de responsabilidad. Su participación gradual les permite adaptarse y ganar confianza.
  4. Preparar la empresa para el cambio: las empresas familiares deben estar preparadas para lo que viene, lo que significa evaluar y actualizar la estructura organizativa. Es posible que sea necesario introducir nuevas políticas, adaptar la comunicación y la tecnología, o incluso redefinir ciertos roles en la empresa.
  5. Facilitar la comunicación familiar: un aspecto clave del relevo generacional es la comunicación abierta y transparente. Las familias empresarias deben trabajar para crear un entorno en el que todos los miembros se sientan cómodos compartiendo sus ideas, preocupaciones y expectativas.

El relevo generacional es más que un simple cambio de liderazgo; es una oportunidad para que una empresa familiar se renueve y se posicione para un futuro exitoso. Para que este proceso se realice de manera coherente y estructurada, se debe comenzar a planificar con anticipación, asegurando que la siguiente generación esté debidamente preparada y que el legado empresarial se mantenga intacto. El futuro de las empresas familiares está en sus manos, y el momento de actuar es ahora.