Creemos firmemente en el life long learning, nunca se debe dejar de estudiar y aprender a lo largo de la vida. Ya decía Gandhi, que debíamos aprender como si fuéramos a vivir para siempre. En este sentido, considero especialmente interesante aprender de los mayores. Vivimos en tiempos en los que la juventud está sobrevalorada y que pareciera no haber vida más allá de los 40, lo cual supone un gran error. Las generaciones de nuestros padres y abuelos no tendrán cuenta de LinkedIn, y puede que no sepan enviar una transferencia desde la aplicación del móvil pero acumulan un acervo de experiencia. Son un pozo de principios que no se puede despreciar.

Ahora bien, cuando se pregunta por las razones que han permitido consolidar un proyecto empresarial/familiar de largo recorrido, hay rasgos que son comunes en un gran número de empresas familiares. Las dos respuestas que se repiten habitualmente son las siguientes:

  • Suerte, vinculada a momentos clave de la vida empresarial.
  • Generosidad, para gestionar las relaciones familiares.

Y es, que mantener la armonía familiar es una excelente palanca para facilitar la continuidad transgeneracional y en aras a este objetivo, la generosidad es trascendental.

Cuando impera la generosidad como valor familiar, es fácil alcanzar acuerdos. Y evitar los enfrentamientos. Es más, el valor generosidad no debe quedarse solo en la familia sino que debe extenderse a todos los grupos de interés y en especial a los trabajadores de la empresa. Las familias hoy deben trascender de su microentorno y actuar con generosidad para influir con determinación en los retos del desarrollo sostenible.

De modo que, además de preguntar a abogados, fiscalistas o asesores, no debemos dejar de hablar y aprender con los mayores de empresas familiares de éxito. Ellos nos enseñaran a ser generosos y sin generosidad se hace casi imposible consolidar un longevo proyecto empresarial/familiar.