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Las generaciones sucesoras tienen la enorme responsabilidad de liderar la continuidad.

Una familia empresaria, no es una familia al uso, tiene el añadido de, que la conservación del legado familiar obliga a ser especialmente responsable.

Una receta clave que se merece la distinción de ser la 2ª clave es que “A los hijos hay que darles educación y mundo”

Todo padre quiere para sus hijos que sean buenas personas y se lleven bien entre ellos, pero para eso es fundamental la educación. Es fundamental que los hijos conozcan, por un lado, lo que supone la empresa familiar y por otro que aprendan a respetarla.

Este elemento ajeno, que muchas veces, a edades tempranas, nos son capaces de comprender demasiado, ha sido el que les ha permitido mantener un nivel de vida privilegiado y el acceso a una buena educación. Por ello es interesante que desde edades tempranas vayan conociendo la empresa familiar, y la respeten. Hay que luchar por conseguir que entiendan que los sacrificios que ha tenido que hacer su familia es lo que les ha dado acceso a todos esos derechos. Por eso deben conocer también cuáles son sus obligaciones como parte de esa familia. .

Como recomendaba ya desde el título, hay que aprovechar la oportunidad que se presenta para, que a medida que vayan creciendo conozcan mundo, aprendan idiomas, generen una red de contactos y consigan altos estándares de empleabilidad, animándonos a trabajar fuera del negocio familiar.

Esto Les va a permitir tener una mente abierta y tener una mayor madurez de cara a la toma de decisiones y estar mejor preparados para enfrentarse a desafíos.

Esto no significa que haya que formarlos para que trabajen definitivamente en la empresa familiar. Pero sí, que al menos, en el caso de que quieran trabajar en la compañía, se tenga la tranquilidad de que, más allá de ser miembro familiar tienen las capacidades requeridas para formar parte del negocio.

Existe la posibilidad de que, ya sea por el protocolo familiar, que en algunos casos impide la entrada en la empresa a miembros de siguientes generaciones, o por querer perseguir una vocación diferente, los hijos terminan por no formar parte de la parte ejecutiva de la compañía. Independientemente de esto, hay que apoyarles para que sean felices.

Pero incluido en estas situaciones es fundamental que los jóvenes mantengan el respeto por la compañía familiar y que sean accionistas responsables. Por eso insisto en la necesidad de crear escuelas de accionistas para poder ejercer esta tarea con seriedad, formación y rigor.

Por mucho que se trate de una compañía familiar, el sitio en la mesa de gestión o gobierno hay que ganárselo y hay que pasar por un proceso de meritocracia y educación en valores para que sean capaces de cumplir unas normas y procesos diseñados con los más altos estándares de profesionalidad.

Una reflexión a la que he llegado con el tiempo y me gustaría compartiros, es que en las familias empresarias de éxito a largo plazo la familia está al servicio de la empresa, y no al revés.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][/vc_column][/vc_row]