El Programa Estratégico Familiar es mucho más que un acuerdo de accionistas. Debe ser una potente herramienta donde la familia plasma en negro sobre blanco sus valores, su visión compartida y las bases sobre las que dar continuidad a un legado empresarial con el componente socioemocional que tienen las empresas familiares.
Trabajar sobre un Programa Estratégico Familiar permite a las familias tener un “momento napoleónico”, escapar de su día a día y sentarse a reflexionar conjuntamente sobre la estrategia que desean llevar a cabo.
A modo de ejemplo, las preguntas más recurrentes y que deben plantearse las familias en estos procesos son las siguientes:
- ¿Queremos que la empresa crezca? ¿Debemos diversificar? ¿Como?
- ¿Queremos seguir todos juntos?
- ¿Cuál es nuestro propósito y cómo nos conectamos con los grandes desafíos de hoy como puede ser la sostenibilidad?
- ¿Qué valores reflejan nuestra manera de trabajar?
- ¿Qué ocurre si un accionista quiere vender?
- ¿Qué política de remuneración deben tener los familiares que trabajan en la empresa?
- ¿Cómo estipulamos la entrega de dividendos?
- ¿Cuáles serán los requisitos para que pueda trabajar en la empresa un miembro de la siguiente generación?
- ¿Cómo vamos a estructurar los órganos de gobierno que nos permitan tratar los asuntos de familia y de empresa dando lugar a espacios donde poder debatir como familia?
Ante algunas de estas cuestiones queremos plantear tres puntos principales que habrá que definir sin duda:
Primero, es fundamental definir una visión a largo plazo que permita visualizar dónde queremos estar y cómo queremos entregar la empresa a la siguiente generación. Establecer una hoja de ruta que guíe el camino de los próximos años incluso pensando en qué legado deja la empresa a la sociedad en la que opera.
Segundo, será necesario identificar los valores que diferencian e impulsan los negocios de la familia. Aquellos que son los que definen las cosas que se han hecho bien desde la fundación de la empresa y que han contribuido a su crecimiento y fortalecimiento. Estos valores deben trasladarse a las siguientes generaciones, pero también deben permear en la empresa de manera que los empleados se sientan identificados con los valores de la familia empresaria.
Tercero, saber que el Plan Estratégico Familiar como tal es solo un papel, por lo tanto, se deberán decidir cuáles serán los órganos de gobierno que pondrán en práctica las decisiones acordes con la visión y principios consagrados en el documento. Asimismo, para que el mismo tenga validez, será necesario el traslado de algunos acuerdos a textos legales como pueden ser los estatutos, testamentos o fideicomisos.
En su elaboración deberían participar aquellos miembros que la familia decida, siempre con un espíritu abierto y democrático. Aunque no siempre es práctico que participen todos los miembros de la familia, sí se aconseja que, una vez finalizado el proceso, todos conozcan el contenido del mismo y, si es posible, que todos los mayores de edad lo firmen.
Hay que tener muy claro que la firma del Plan Estratégico Familiar no es la meta, es el punto de partida, hacia un entendimiento mejor y una cohesión familiar mayor. Además, es una herramienta viva y en evolución, como lo son las familias, por eso debe revisarse cada cierto tiempo y adaptarse a la realidad familiar con el paso del tiempo.